25 a 31 de julio de 1976.

Ante los insistentes rumores de que la Compañía Petrolera CGG, que opera en la zona realizando los estudios geofísicos para la Compañía nacional CEPE está tropezando con dificultades por parte de los AUCAS, la Comunidad de Nuevo Rocafuerte, presidida por el P. Superior Regular y con la presencia del P. José Miguel Goldáraz, decide que el P. Alejandro se desplace al lugar de los hechos, con los siguientes objetivos:
– Obtener informaciones verídicas acerca de estas incursiones de los AUCAS.
– Visitar a los trabajadores de la zona.
– Si se presentare oportunidad, darse a conocer a los Aucas o Huaorani.


Manifestamos ante los jefes que estamos dispuestos a visitar y permanecer algunos días en las trochas y ayudarles en lo que podemos para solucionar el problema de los Aucas: En nuestra propuesta no ocultamos nuestra incapacidad por el desconocimiento de su lengua, pero, al mismo tiempo, aflora una confianza en la capacidad que nos viene de Dios por la fe.
La propuesta es acogida con diplomacia por los técnicos franceses y con simpatía por los nacionales. Después se nos dice que han pedido la colaboración de un intérprete del Instituto Lingüístico de Verano de Limoncocha y que esa misma tarde tienen programada una gira por los grupos Aucas de la zona y que esperan los resultados. Ante esta afirmación aclaramos nuestra postura: en modo alguno pretendemos interferir o entorpecer esa labor, pues consideramos que es obra de la Iglesia lo que los Misioneros Lingüistas hacen con tanto esmero y en nombre de Jesús por la tribu Auca.

El miércoles 28, a las siete de la mañana, emprendíamos el vuelo. Hicimos unos quince minutos en dirección Oeste, hasta la altura de Añango; viramos en dirección Sur y continuamos hasta el Tiputini, en las cercanías de la desembocadura del Tihuacuno, y desde allí pude contar unos seis helipuertos hasta aterrizar en la trocha B-2 Línea CP25-H-25-9. Habíamos volado una media hora y nos encontrábamos aproximadamente en la intersección del meridiano 76, 20 y latitud 0, 50, en las cercanías del Rumiyacu y otros afluentes del río Yasuní; a unos 25 kilómetros de distancia del Tiputini.


Estos aparecían bastante nerviosos. Expusieron al Sr. Masson, técnico francés, su situación y sus dudas; dos de ellos pedían inmediata liquidación. El día anterior habían recibido la visita de "los amigos" (los llaman así porque al llegar al campamento saludaron diciendo "amigos"). Después se dedicaron a requisar todo el campamento, mientras uno de ellos repetía con frecuencia: "Pañacocha, Pañacocha, cambio...”. Señal evidente de que escuchan las intercomunicaciones radiales. Y se llevaron cuanto se les antojó: hamacas, mantas, mosquiteros, ropa, botas, hachas, machetes, limas; de alimentos, todo lo que había de azúcar, un poco de arroz, latas de sardinas y atún, y hasta dinero por valor de más de tres mil sucres. Uno de ellos, como contando el dinero con sus dedos dijo: "To, to, to, to....... Quito".
El señor Masson, aunque un tanto contrariado, prometió reponerles todo, solicitando su colaboración a los obreros, para que con su creatividad y diplomacia hicieran algo para disminuir estas pérdidas y, sobre todo, la interrupción de los trabajos.
Tendí mi hamaca dentro de la carpa de los trabajadores y charlé mucho rato con ellos antes de que se decidieran a reanudar los trabajos. Se manifestaban muy agradecidos de que alguien les visitara en la soledad de la selva amazónica, en tierras de los Aucas.
Dos días y dos noches estuve con ellos. La segunda noche les celebré la Santa Misa, a la que asistió espontáneamente la mayoría de los trabajadores. Para el Evangelio abrí el Ritual de la BAC en las últimas páginas, a lo que saliera, y ante mis ojos apareció el relato de san Mateo 25, 31-40. Durante el comentario todos estuvimos de acuerdo en que aquí se está cumpliendo eso de dar de comer al hambriento y vestir al desnudo. Terminé diciéndoles que ellos son los "misioneros escogidos por Dios" para los Aucas.

Mons. Alejandro Labaka.

LABAKA, Alejandro. Crónica Huaorani. CICAME 4ta. Ed. 2003. pp. 15-17.