La pasión misionera de Alejandro halló su cauce final en Aguarico, desde 1965 hasta su muerte (1987). La misión de Alejandro en Aguarico tiene tres fases:

1) Los cinco años que como Prefecto Apostólico presidió aquella porción de Iglesia naciente (1965-1970) y animó la tarea de los misioneros. Años conclui¬dos inesperadamente, tras no poco dolor interior, con una renuncia. A la renuncia siguió una especie de pausa psicológica entre los capuchinos de Dallas, Texas.

2) Los catorce años siguientes (1970¬1984) en los que Alejandro se afana como misionero, amando y sirviendo a la gente sencilla. También aquí tiene que aceptar, con humildad y realismo, el ser superior interno de los misione¬ros capuchinos en Aguarico (1979¬1983).

3) El período culminante de Alejandro obispo, primer obispo de Aguarico, consagrado en Coca el 9 de diciembre de 1984, consumado, como holocaus¬to de amor, con la hermana Inés Arango, el 21 de julio de 1987.

En otoño de 1965, año en que Alejandro fue elegido Prefecto, tuvo lugar la cuarta y
última fase del Concilio Vaticano II. Alejandro acudió como Padre conciliar. Fue una experiencia eclesial riquísima. Allí en¬contró a su obispo de Pingliang, Mons. Larrañaga, guipuzcoano como él y como él expulsado de China; allí escribió una carta a Pablo VI, abriendo su corazón sobre la evan¬gelización de los Aucas.

En Navidad de 1976 Alejandro tiene el primer contacto con los Aucas, ahora más exactamente llamados Huaorani. Y comien¬za un relato digno de la más bella historia de las misiones: CRÓNICA HUAORANI.

En 1977 la colombiana Inés Arango, terciaria capuchina, entra en Aguarico. En su día, recordando la trayectoria de su vida, dirá: mi único ideal era ser misionera. Pronto Dios va a unir estas dos vidas en aras de un mismo ideal.

La historia no ha concluido. El 7 de mayo de 2000, Año Santo, Juan Pablo II, en la "Conmemoración ecuménica de los testi¬gos de la Fe del siglo XX" ante el Coliseo Romano, destacaba los nombres de Alejandro e Inés como figuras representati¬vas de los cristianos que han dado su vida por amor de Cristo y de /os hermanos en América.

Rufino Ma. Grández


CABODEVILLA, Miguel Ángel (Ed.) Tras el rito de las lanzas. CICAME 2003. p. 90.